La Revolución
Francesa
La
revolución francesa fue un conflicto social y político, con diversos periodos
de violencia, que convulsionó Francia y, por extensión de sus implicaciones, a
otras naciones de Europa que enfrentaban a partidarios y opositores del sistema
conocido como el Antiguo Régimen. Se inició con la auto proclamación del Tercer
Estado como Asamblea Nacional en 1789 y finalizó con el golpe de estado de
Napoleón Bonaparte en 1799.
Si
bien la organización política de Francia osciló entre república, imperio y
monarquía constitucional durante 71 años después de que la Primera República
cayera tras el golpe de Estado de Napoleón Bonaparte, lo cierto es que la
revolución marcó el final definitivo del absolutismo y dio a luz a un nuevo
régimen donde la burguesía, y en algunas ocasiones las masas populares, se
convirtieron en la fuerza política dominante en el país. La revolución socavó
las bases del sistema monárquico como tal, más allá de sus estertores, en la
medida en que lo derrocó con un discurso capaz de volverlo ilegítimo.
En
términos generales fueron varios los factores que influyeron en la Revolución:
un régimen monárquico que sucumbiría ante su propia rigidez en el contexto de
un mundo cambiante; el surgimiento de una clase burguesa que nació siglos atrás
y que había alcanzado un gran poder en el terreno económico y que ahora
empezaba a propugnar el político; el descontento de las clases populares; la
expansión de las nuevas ideas ilustradas; la crisis económica que imperó en
Francia tras las malas cosechas agrícolas y los graves problemas hacendistas
causados por el apoyo militar a la Guerra de Independencia de los Estados
Unidos. Esta intervención militar se convertiría en arma de doble filo, pues,
pese a ganar Francia la guerra contra Gran Bretaña y resarcirse así de la
anterior derrota en la Guerra de los Siete Años, la hacienda quedó en
bancarrota y con una importante deuda externa. Los problemas fiscales de la
monarquía, junto al ejemplo de democracia del nuevo Estado emancipado
precipitaron los acontecimientos.
Desde
el punto de vista político, fueron fundamentales ideas tales como las expuestas
por Voltaire, Rousseau o Montesquieu (como por ejemplo, los conceptos de
libertad política, de fraternidad y de igualdad, o de rechazo a una sociedad
dividida, o las nuevas teorías políticas sobre la separación de poderes del
Estado). Todo ello fue rompiendo el prestigio de las instituciones del Antiguo
Régimen, ayudando a su desplome.
Desde
el punto de vista económico, la inmanejable deuda del Estado fue exacerbada por
un sistema de extrema desigualdad social y de altos impuestos que los
estamentos privilegiados,nobleza y clero no tenían obligación de pagar, pero
que sí oprimía al resto de la sociedad. Hubo un aumento de los gastos del
Estado simultáneo a un descenso de la producción agraria de terratenientes y
campesinos, lo que produjo una grave escasez de alimentos en los meses
precedentes a la Revolución. Las tensiones, tanto sociales como políticas,
mucho tiempo contenidas, se desataron en una gran crisis económica a consecuencia
de los dos hechos puntuales señalados: la colaboración interesada de Francia
con la causa de la independencia estadounidense (que ocasionó un gigantesco
déficit fiscal) y el aumento de los precios agrícolas.
El
conjunto de la población mostraba un resentimiento generalizado dirigido hacia
los privilegios de los nobles y del alto clero, que mantenían su dominio sobre
la vida pública impidiendo que accediera a ella una pujante clase profesional y
comerciante. El ejemplo del proceso revolucionario estadounidense abrió los
horizontes de cambio político entre otros.
El
11 de julio de 1789, el rey Luis XVI, actuando bajo la influencia de los nobles
conservadores al igual que la de su hermano, el Conde D'Artois, despidió al
ministro Necker y ordenó la reconstrucción del Ministerio de Finanzas. Gran
parte del pueblo de París interpretó esta medida como un auto-golpe de la
realeza, y se lanzó a la calle en abierta rebelión. Algunos de los militares se
mantuvieron neutrales, pero otros se unieron al pueblo.
El
14 de julio el pueblo de París respaldó en las calles a sus representantes y,
ante el temor de que las tropas reales los detuvieran, asaltaron la fortaleza
de la Bastilla, símbolo del absolutismo monárquico, pero también punto
estratégico del plan de represión de Luis XVI, pues sus cañones apuntaban a los
barrios obreros. Tras cuatro horas de combate, los insurgentes tomaron la
prisión, matando a su gobernador, el Marqués Bernard de Launay. Si bien sólo
cuatro presos fueron liberados, la Bastilla se convirtió en un potente símbolo
de todo lo que resultaba despreciable en el Antiguo Régimen. Retornando al
Ayuntamiento, la multitud acusó al alcalde Jacques de Flesselles de traición,
quien recibió un balazo que lo mató. Su cabeza fue cortada y exhibida en la
ciudad clavada en una pica, naciendo desde entonces la costumbre de pasear en
una pica las cabezas de los decapitados, lo que se volvió muy común durante la
Revolución.
En
una Asamblea que se quería plural y cuyo propósito era la redacción de una
constitución democrática, los 1.200 constituyentes representaban las diversas
tendencias políticas del momento.
La
derecha representaba a las antiguas clases privilegiadas. Sus oradores más
brillantes eran el aristócrataCazalès, en representación de la nobleza, y el
abad Jean-Sifrein Maury, en representación del alto clero. Se oponían
sistemáticamente a todo tipo de reformas y buscaban más sembrar la discordia
que proponer medidas.
En
torno al antiguo ministro Jacques Necker se constituyó un partido moderado, poco
numeroso, que abogaba por el establecimiento de un régimen parecido al
británico: Jean Mounier, el Conde de Lally-Tollendal, el Conde de
Clermont-Tonnerre y el Conde de Vyrieu, formaron un grupo denominado
«Demócratas Realistas». Se les llamó más tarde "partido monárquico".
El
resto (y mayoría) de la Asamblea conformaba lo que se llamaba el partido de la
nación. En él se dibujaban dos grandes tendencias sin que ninguna tuviera
homogeneidad ideológica. Mirabeau, Lafayette yBailly representaban la alta burguesía,
mientras que el triunvirato compuesto por Barnave, Duport y Lamethencabezaba
los que defendían las clases más populares; los tres procedían del Club Breton
y eran portavoces de las sociedades populares y de los clubes. Representaban la
franja más izquierdista de la Asamblea, dado que aún no se manifestaban los
grupos radicales que iban a aparecer más adelante.
En
ese primer periodo constituyente, los líderes indiscutibles de la Asamblea eran
Mirabeau y el abad Sieyès. El 27 de agosto de 1789 la Asamblea publicó la
Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano inspirándose en parte en
la Declaración de Independencia de los Estados Unidos y estableciendo el
principio de libertad, igualdad y fraternidad. Dicha declaración establecía una
declaración de principios que serían la base ineludible de la futura
Constitución.
El
3 de septiembre de 1791, fue aprobada la primera Constitución de la historia de
Francia. Una nueva organización judicial dio características temporales a todos
los magistrados y total independencia de la Corona. Al rey sólo le quedó el
poder ejecutivo y el derecho de vetar las leyes aprobadas por la Asamblea
Legislativa. La asamblea, por su parte, eliminó todas las barreras comerciales
y suprimió las antiguas corporaciones mercantiles y los gremios; en adelante,
los individuos que quisieran desarrollar prácticas comerciales necesitarían una
licencia, y se abolió el derecho a la huelga.
Aun
cuando existía una fuerte corriente política que favorecía la monarquía
constitucional, al final venció la tesis de mantener al rey como una figura
decorativa. Jacques Pierre Brissot introdujo una petición insistiendo en que, a
los ojos del pueblo,Luis XVI había sido depuesto por el hecho de su huida. Una
inmensa multitud se congregó en el Campo de Marte para firmar dicha petición.
Georges Danton y Camille Desmoulins pronunciaron discursos exaltados. La
Asamblea pidió a las autoridades municipales guardar el orden. Bajo el mando de
La Fayette, la Guardia Nacional se enfrentó a la multitud. Al principio, tras
recibir una oleada de piedras, los soldados respondieron disparando al aire;
dado que la multitud no cedía, Lafayette ordenó disparar a los manifestantes,
ocasionando más de 50 muertos.
Tras
esta masacre, las autoridades cerraron varios clubes políticos, así como varios
periódicos radicales como el que editaba Jean-Paul Marat. Danton se fugó a
Inglaterra y Desmoulins y Marat permanecieron escondidos.
Mientras
tanto, la Asamblea había redactado la Constitución y el rey había sido
mantenido, aceptándola. El rey pronunció un discurso ante la Asamblea, que fue
acogido con un fuerte aplauso. La Asamblea Constituyente cesó en sus funciones
el 29 de septiembre de 1791.
Bajo
la Constitución de 1791, Francia funcionaría como una monarquía constitucional.
El rey tenía que compartir su poder con la Asamblea, pero todavía mantenía el
poder de veto y la potestad de elegir a sus ministros.
La
Asamblea Legislativa se reunió por primera vez el 1 de octubre de 1791. La
componían 264 diputados situados a la derecha: feuillants (dirigidos por
Barnave, Duport y Lameth), y girondinos, portavoces republicanos de la gran
burguesía. En el centro figuraban 345 diputados independientes, carentes de
programa político definido. A la izquierda 136 diputados inscritos en el club
de los jacobinos o en el de los cordeliers, que representaban al pueblo llano
parisino a través de sus periódicos L´Ami du Peuple y Le Père Duchesne, y con
Marat y Hebert como portavoces. Pese a su importancia social y el apoyo popular
y de la pequeña burguesía, en la Asamblea era escasa la influencia de la
izquierda, pues la Asamblea estaba dominada por las ideas políticas que
representaban los girondinos. Mientras los jacobinos tienen detrás a la gran
masa de la pequeña burguesía, los cordeliers cuentan con el apoyo del pueblo
llano, a través de las secciones parisienses.
Este
gran número de diputados se reunían en los clubes, germen de los partidos
políticos. El más célebre de entre éstos fue el partido de losjacobinos,
dominado por Robespierre. A la izquierda de este partido se encontraban los
cordeleros, quienes defendían el sufragio universal masculino (derecho de todos
los hombres al voto a partir de una determinada edad). Los cordeliers querían
la eliminación de la monarquía e instauración de larepública. Estaban dirigidos
por Jean-Paul Marat y Georges Danton, representando siempre al pueblo más
humilde. El grupo de ideas más moderadas era el de los girondinos, que
defendían el sufragio censitario y propugnaban una monarquía constitucional
descentralizada. También se encontraban aquellos que formaban parte de «el
Pantano», o «el Llano», como eran llamados aquellos que no tenían un voto
propio, y que se iban por las proposiciones que más les convenían, ya vinieran
de los jacobinos o de los girondinos.
En
los primeros meses de funcionamiento de la Asamblea, el rey había vetado una
ley que amenazaba con la condena a muerte a los émigrés, y otra que exigía al
clero prestar juramento de lealtad al Estado. Desacuerdos de este tipo fueron
los que llevaron más adelante a la crisis constitucional.
Mientras
tanto, dos potencias absolutistas europeas, Austria y Prusia, se dispusieron a
invadir la Francia revolucionaria, lo que hizo que el pueblo francés se
convirtiera en un ejército nacional, dispuesto a defender y a difundir el nuevo
orden revolucionario por toda Europa. Durante la guerra, la libertad de
expresión permitió que el pueblo manifestase su hostilidad hacia la reina María
Antonieta (llamada «la Austriaca» por ser hija de un emperador de aquel país y «Madame
Déficit» por el gasto que había representado al Estado, que no era mayor que la
mayoría de los cortesanos) y contra Luis XVI, que casi siempre se negaba a
firmar leyes propuestas por la Asamblea Legislativa.
En
el Manifiesto de Brunswick, los Ejércitos Imperiales y de Prusia amenazaron con
invadir Francia si la población se resistía al restablecimiento de la
monarquía. Esto ocasionó que Luis XVI fuera visto como conspirador con los
enemigos de Francia. El 17 de enero de 1793, la Convención condenó al rey a
muerte por una pequeña mayoría, acusándolo de «conspiración contra la libertad
pública y la seguridad general del Estado». El 21 de enero el rey fue
ejecutado, lo cual encendió nuevamente la mecha de la guerra con otros países
europeos. La reina María Antonieta, nacida en Austria y hermana del Emperador,
fue ejecutada el 16 de octubre del mismo año, iniciándose así una revolución en
Austria para sustituir a la reina. Esto provocó la ruptura de toda relación
entre ambos países.
El
mismo día en el que se reunía la Convención (20 de septiembre de 1792), todas
las tropas francesas (formadas por tenderos, artesanos y campesinos de toda
Francia) derrotaron por primera vez a un ejército prusiano en Valmy, lo cual
señalaba el inicio de las llamadas Guerras Revolucionarias Francesas.
Sin
embargo, la situación económica seguía empeorando, lo cual dio origen a
revueltas de las clases más pobres. Los llamados sans-culottes expresaban su
descontento por el hecho de que la Revolución francesa no sólo no estaba
satisfaciendo los intereses de las clases bajas sino que incluso algunas
medidas liberales causaban un enorme perjuicio a éstas (libertad de precios,
libertad de contratación, Ley Le Chapelier, etc.). Al mismo tiempo se
comenzaron a gestar luchas antirrevolucionarias en diversas regiones de
Francia. En la Vandea, un levantamiento popular fue especialmente
significativo: campesinos y aldeanos se alzaron por el rey y las tradiciones
católicas, provocando la llamada Guerra de Vandea, reprimida tan cruentamente
por las autoridades revolucionarias parisinas que se ha llegado a calificar de
genocidio. Por otra parte, la guerra exterior amenazaba con destruir la
Revolución y la República. Todo ello motivó la trama de un golpe de estado por
parte de los jacobinos, quienes buscaron el favor popular en contra de los
girondinos. La alianza de los jacobinos con los sans-culottes se convirtió de
hecho en el centro del gobierno.
Los
jacobinos llevarían en su política algunas de las reivindicaciones de los
sans-culottes y las clases bajas, pero no todas sus reivindicaciones serían
aceptadas, y jamás se cuestionó la propiedad privada. Los jacobinos no pusieron
nunca en duda el orden liberal, pero sí llevaron a cabo una democratización del
mismo, pese a la represión que desataron contra los opositores políticos (tanto
conservadores como radicales).
Se
redactó en 1793 una nueva Declaración de los derechos del hombre y del
ciudadano, y una nueva constitución de tipo democrático que reconocía el
sufragio universal. El Comité de Salvación Pública cayó bajo el mando de
Maximilien Robespierre y los jacobinos desataron lo que se denominó el Reinado
del Terror (1793–1794). No menos de 10.000 personas fueron guillotinadas ante
acusaciones de actividades contrarrevolucionarias. La menor sospecha de dichas
actividades podía hacer recaer sobre una persona acusaciones que eventualmente
la llevarían a la guillotina. El cálculo total de víctimas varía, pero se cree
que pudieron ser hasta 40.000 los que fueron víctimas del Terror.
En
1794, Robespierre procedió a ejecutar a ultrarradicales y a jacobinos
moderados. Su popularidad, sin embargo, comenzó a erosionarse. El 27 de julio
de 1794, ocurrió otra revuelta popular contra Robespierre, apoyada por los
moderados que veían peligroso el trayecto de la Revolución, cada vez más exaltada.
El pueblo, por otro lado, se rebela contra la condición burguesa de Robespierre
que revolucionario antes, ahora persigue a Verlet, Leclerc y Roux. Los miembros
de la Convención lograron convencer al «Pantano», y derrocar y ejecutar a
Robespierre junto con otros líderes del Comité de Salvación Pública.
Bibliografía
- Wikipedia, la enciclopedia libre: http://es.wikipedia.org/wiki/Revoluci%C3%B3n_francesa
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